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Aulas sin clases

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Estos días, mi universidad está viviendo la experiencia de una suspensión de las clases por decisión de los estudiantes. Sin embargo, este post no se refiere a este conflicto, de carácter local. El motivo es la reciente publicación de un artículo en la revista médica New England Journal of Medicine, titulado “Lecture Halls without Lectures — A Proposal for Medical Education“.

Pero antes de comentar el artículo, me gustaría mencionar a Chip Heath. Heath es profesor de organización de empresas en la Universidad de Stanford. Junto con su hermano Dan, publicaron un interesante libro, en el que estudian por qué hay ideas que, sin mucha base científica, se extienden entre nosotros (por ejemplo, las leyenda urbanas o los remedios caseros) mientras que otras no consiguen convencernos a la mayoría, a pesar de la fuerza de sus argumentos. A continuación incluyo una breve presentación de este autor.

Pinche aquí para ver el vídeo

Fue una gran sorpresa leer su nombre en un artículo de una revista médica. Heath ha escrito el artículo con Charles G. Prober, profesor de Bioquímica en la Facultad de Medicina de esa misma universidad. Por aquí no estamos acostumbrados a este tipo de “interdisciplinariedad”, y defendemos nuestros espacios académicos con gran agresividad, y por qué no reconocerlo, grandes dosis de mezquindad.

Pero ¿qué puede decirnos un economista acerca de cómo debemos enseñar la medicina? Algunas ideas presentadas en el artículo tienen una gran fuerza:

  • El caudal de conocimientos médicos ha aumentado enormemente con respecto a lo que se sabía hace cien años. Sin embargo, el día sigue teniendo 24 horas.
  • El tiempo que el estudiante permanece en clase se dedica a la transmisión de información, que ya está disponible en otros lugares.

La solución que proponen los autores es hacer las ideas más “pegadizas” o impactantes (stickier). Si los profesores incorporamos los elementos que hacen que las ideas tengan impacto, es posible que nuestros estudiantes mejoren su aprendizaje sin necesidad de que tengamos que prolongar la duración de los estudios de Medicina.

¿Cuáles son esos principios?

  1. Sencillez.
  2. Inesperado.
  3. Concreción.
  4. Credibilidad.
  5. Emociones.
  6. Historias.

Aunque todos se podrían incluir en nuestras enseñanzas, el segundo y el sexto principio pueden ser especialmente afines a la enseñanza médica. La descripción de un caso a partir de una historia clínica es un gran motivador para el estudio. Si además, esa historia se elige bien, con puntos que desafían las ideas previas, mejor. Personalmente no me gustaba nada, pero reconozco que la serie de TV “House” incorporaba en los guiones muchos de estos principios.

Naturalmente, esto exige que los profesores nos obliguemos a revisar lo que enseñamos, y sobre todo cómo lo enseñamos. Las nuevas tecnologías nos permiten librarnos de la rutina de explicar unos contenidos, y podemos dedicar nuestro tiempo en el aula a desarrollar actividades con nuestros estudiantes que pongan a prueba sus ideas y conocimientos. El aula pasa de ser un auditorio a convertirse en un espacio de trabajo.

Esto supone un cambio más en el papel que el profesor y el estudiante deben desempeñar en el aprendizaje de la Medicina. Como todos los cambios, las resistencias se desencadenarán inmediatamente. Pero esa es otra historia.

 

 


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